Psicología del florecimiento: una reflexión sobre los aportes de Martin Seligman y Nossrat Peseschkian al bienestar humano

Julio 08, 2025

La salud mental ha sido tradicionalmente abordada desde una perspectiva clínica centrada en el diagnóstico y tratamiento de trastornos. Así se ha instalado su potencia discursiva: lo que evoca el concepto de salud mental es, básicamente, una intervención clínica, terapéutica o farmacológica

Sin embargo, en las últimas décadas han surgido corrientes que buscan ir más allá del síntoma, proponiendo un enfoque integrativo y preventivo que sitúa al ser humano en el centro de su propio proceso de bienestar y que valora la generación de pensamiento como índice de la salud mental: aprender a pensar, sentir o conocer . En este contexto, los aportes de Martin Seligman y Nossrat Peseschkian resultan fundamentales. Aunque provienen de tradiciones distintas —la psicología positiva en el caso de Seligman, y la psicoterapia positiva transcultural en el caso de Peseschkian—, ambos comparten una visión humanista que redefine los caminos hacia una salud mental más plena y sostenible.

Martin Seligman y el giro hacia la psicología positiva

Martin Seligman, psicólogo estadounidense y expresidente de la Asociación Americana de Psicología (APA), es ampliamente reconocido como el fundador de la psicología positiva. Su obra marcó un giro radical al proponer que la psicología debía dejar de enfocarse exclusivamente en la enfermedad mental para comenzar a estudiar las condiciones que permiten a las personas prosperar.

Uno de sus aportes más relevantes es el modelo PERMA, que describe cinco elementos clave del bienestar humano:

  1. P – Emociones positivas: cultivar gratitud, optimismo, esperanza y amor.
  2. E – Compromiso: sentirse absorbido por actividades que producen “flow”.
  3. R – Relaciones positivas: construir vínculos afectivos y solidarios.
  4. M – Significado: encontrar propósito en algo más grande que uno mismo.
  5. A – Logro: experimentar éxito, competencia y superación.

Seligman propone que el bienestar no depende exclusivamente de la ausencia de dolor o sufrimiento, sino de la presencia activa de estas dimensiones. Este paradigma invita a cambiar la pregunta “¿qué va mal en mí?” por “¿qué fortalezas tengo para construir una vida más significativa?”.

Desde un punto de vista pedagógico, esta propuesta resulta clave para resignificar los procesos terapéuticos y educativos, ya que promueve la construcción de entornos donde las personas puedan reconocer y desarrollar sus potencialidades, más allá del diagnóstico o la dificultad. Al mismo tiempo, propone la conciencia de una edificación interior activa y positiva: la activación del conocimiento en torno a las estructuras que permitan dirigir acciones sanadoras y prósperas.

Nossrat Peseschkian y la psicoterapia positiva transcultural

Nossrat Peseschkian, psiquiatra y psicoterapeuta iraní-alemán, fue el creador de la psicoterapia positiva (no confundir con la psicología positiva). Su enfoque, profundamente influido por la tradición oriental, el psicoanálisis y las ciencias interculturales, propone una visión integrativa y esperanzadora de la psicoterapia, centrada en los recursos internos de la persona y en la comprensión transcultural del sufrimiento humano.

Peseschkian introduce dos nociones clave:

  1. Las capacidades básicas y secundarias: las capacidades básicas como el amor, la paciencia, la confianza y la esperanza son consideradas universales. Las secundarias (disciplina, puntualidad, organización) se desarrollan en contextos culturales específicos. La salud mental surge del equilibrio y desarrollo armónico entre ambas.
  2. La enfermedad como oportunidad de desarrollo: desde su visión, los síntomas no son enemigos a erradicar, sino señales que invitan a un crecimiento interior. El objetivo de la terapia no es simplemente eliminar el malestar, sino ayudar a las personas a integrar sus dificultades como parte de su camino vital.

El método de Peseschkian también integra relatos, parábolas y elementos culturales diversos, que permiten conectar con el mundo emocional del paciente desde una mirada respetuosa y profunda. Esta dimensión narrativa resulta especialmente útil en contextos educativos y terapéuticos donde se trabaja con la diversidad cultural, afectiva y espiritual.

Convergencias y aportes para la salud mental

Pese a las diferencias metodológicas entre ambos autores, existe una profunda convergencia en sus miradas:

  • Ambos sitúan el foco en los recursos y fortalezas del individuo.
  • Promueven una visión proactiva de la salud mental, basada en el desarrollo personal, el sentido y las relaciones significativas.
  • Entienden el sufrimiento no como una anomalía a eliminar, sino como una puerta hacia la transformación.
  • Sus modelos son aplicables tanto en contextos clínicos como educativos y comunitarios, lo que los convierte en herramientas útiles para políticas públicas en salud mental.

Al incorporar estos postulados en el trabajo con personas, se abre la posibilidad de construir intervenciones más humanas, más inclusivas y más sostenibles. En lugar de reducir a las personas a sus síntomas, se les reconoce en su complejidad, como sujetos en proceso, con derecho a una vida con sentido.

El legado de Martin Seligman y Nossrat Peseschkian representa una invitación a repensar el modo en que entendemos y promovemos la salud mental. Ambos autores, desde miradas distintas pero complementarias, nos recuerdan que la vida no se reduce a la ausencia de dolor, sino que puede florecer a partir del cultivo del sentido, del vínculo y del compromiso con uno mismo y con los demás.

En tiempos donde los índices de malestar psicológico se disparan a nivel global, volver a estos postulados no solo es un acto clínico, sino también ético y pedagógico. Apostar por una psicología del florecimiento es, en definitiva, apostar por una humanidad más consciente, compasiva y resiliente.

La psicología del florecimiento: profundizando en el modelo del bienestar humano

El concepto de florecimiento humano (flourishing) se ha convertido en el corazón de la psicología positiva desarrollada por Martin Seligman. Pero ¿qué significa realmente “florecer”? Más allá de un estado de bienestar subjetivo o de sentirse bien, florecer implica vivir una vida con plenitud, alineada con valores, orientada al sentido, y en la cual la persona despliega activamente sus fortalezas personales en interacción con su entorno.

1. Del alivio del sufrimiento al cultivo de potencialidades

Tradicionalmente -como hemos dicho- la psicología se centró en la patología: en diagnosticar, intervenir y reducir síntomas de malestar. En cambio, el enfoque del florecimiento plantea que la salud mental no es simplemente la ausencia de enfermedad, sino la presencia activa de bienestar, propósito y conexión significativa con la vida.

Este cambio de paradigma es radical. No se trata solo de curar, sino de cultivar. De preguntarnos, no solo “¿cómo dejo de sufrir?”, sino también “¿cómo puedo crecer, crear, conectar y contribuir al mundo de forma significativa?”.

2. Modelo PERMA y el florecimiento integral

El modelo PERMA que Seligman propone no es una receta mágica, sino un marco científico para comprender qué permite a las personas florecer. A diferencia de enfoques hedonistas que se centran exclusivamente en el placer, PERMA apunta a un bienestar eudaimónico: uno que surge del despliegue auténtico de las capacidades humanas más profundas.

  • Emociones positivas: no se trata de negar el dolor, sino de cultivar emociones que amplíen nuestra perspectiva y fomenten la resiliencia.
  • Compromiso (flow): vivir experiencias en las que nos sumergimos plenamente y sentimos que estamos en nuestro elemento.
  • Relaciones positivas: la salud mental florece en comunidad. El sentido de pertenencia y el afecto son nutrientes básicos del alma humana.
  • Significado: una vida con sentido actúa como sostén ante la adversidad. Sentir que nuestra vida importa transforma la manera en que enfrentamos el sufrimiento.
  • Logro: avanzar hacia metas nos da estructura, propósito y autoestima. Pero no cualquier logro, sino aquel alineado con nuestros valores más auténticos.

Desde esta perspectiva, el florecimiento no es un estado final, sino un proceso dinámico que requiere intención, práctica y conciencia. La psicología del florecimiento, entonces, invita a vivir en coherencia, a elegir desde el sentido y a construir una vida que valga la pena ser vivida.

3. Crítica social y dimensión ética del florecimiento

El florecimiento no es un privilegio individual, sino un derecho colectivo. Si bien el modelo PERMA puede ser aplicado en contextos terapéuticos o educativos, también debe ser leído desde una mirada crítica: ¿qué condiciones sociales permiten realmente florecer? ¿Cómo influyen la pobreza, la violencia estructural o la exclusión en la posibilidad de desplegar fortalezas?

Seligman no desconoce esto. De hecho, su propuesta se enriquece al considerar que el florecimiento también depende del acceso a educación, vínculos saludables, participación ciudadana y entornos que promuevan la equidad. La psicología del florecimiento, cuando se lee desde una ética del cuidado de si, se convierte en una herramienta de transformación social.

4. La práctica del florecimiento en salud mental

En contextos clínicos o terapéuticos, trabajar desde el enfoque del florecimiento implica:

  • Identificar y potenciar fortalezas personales (como la perseverancia, el humor, la compasión).
  • Acompañar al consultante en la construcción de sentido incluso en medio del sufrimiento.
  • Ayudar a reconectar con vínculos significativos y con una imagen más amable de sí mismo.
  • Invitar a practicar la gratitud, el perdón, el altruismo y otras virtudes que, según múltiples estudios, elevan el bienestar psicológico.

Este enfoque no niega la existencia del dolor, del trauma o de las crisis: propone abordarlos desde una narrativa que reconoce la capacidad transformadora del ser humano. Como diría Viktor Frankl, otro autor afín: “La vida nunca deja de tener sentido, incluso en el sufrimiento”.

La psicología del florecimiento no es una moda optimista ni una visión ingenua del bienestar. Es una propuesta profunda, científicamente respaldada y filosóficamente coherente que redefine qué significa vivir bien. En diálogo con los postulados de Peseschkian —quien también pone el foco en las capacidades y en el desarrollo como oportunidad—, esta visión nos ofrece un mapa para construir salud mental con raíces sólidas y alas abiertas.

Promover el florecimiento humano es, en última instancia, un acto pedagógico y político: es apostar por sujetos activos, conscientes de sus recursos, capaces de crear vínculos significativos y de darle sentido a su vida incluso en tiempos oscuros. En una sociedad marcada por la prisa, la productividad y el aislamiento, volver al florecimiento como horizonte es también un acto de resistencia.

Leave a reply
Nueva Ley de Adopción en Chile: Un paso hacia un Futuro Más Justo para los Niños

Leave Your Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *